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Someta a evaluaciones periódicas su relación matrimonial

Someta a evaluaciones periódicas su relación matrimonial

1.- Lectura Bíblica : Malaquías 2:14-16; Proverbios 5:18, 19; Eclesiastés 9:9; Efesios 5:25,28,29,33

2.- Objetivos:

2.1.- Que al término del Grupo Familiar los participantes comprendan que no pueden ni deben seguir experimentando una vida de solteros, ahora que están bajo la unión matrimonial.

2.2.- Que al término del Grupo Familiar los participantes comprendan lo que dicen las Escrituras en cuanto a la fidelidad matrimonial.

2.3.- Que al término del Grupo Familiar los participantes asuman el compromiso de perseverar en la disposición de cambio, una vez hayan identificado qué errores familiares deben corregir.

3.- Desarrollo del tema:

¿Quién dijo que la relación matrimonial es la prolongación de una vida de soltería? Si la pregunta lo sorprendió, le llamo a reflexionar en que quizá esa es la apreciación que tienen infinidad de personas en todo el mundo. Se comprometen en el altar, comparten los anillos y, después, cada quien quiere hacer su propia vida.

La esposa sigue convencida que puede seguir armando programas los días viernes en la tarde con sus amigas, y compartir con ellas una película toda la tarde el sábado o el domingo. El marido, por su parte, está ansioso de que llegue el fin de semana para irse con sus amigos. Unos y otros se olvidan que ahora tienen un compromiso: Su familia.

Le sorprendería conocer el número de hogares que se destruyen, incluyendo por supuesto el dolor que esta situación trae a sus hijos, porque la pareja quiere vivir la vida a su manera y, bajo ninguna circunstancia, quieren el sometimiento mutuo.

Hoy le invitamos a considerar algunos elementos que son valiosos en el proceso de edificación de una familia sólida.

3.1.- Si te casaste, debes mirar sólo a tu cónyuge

¿Alguna vez vio una pareja que, de pronto, interrumpe ese momento grato de ir tomados de la mano en un centro comercial porque el esposo dirigió una mirada furtiva a otra mujer que iba por ahí? Creo que la mayoría de nosotros hemos sido testigos de situaciones así.

Siento que mi esposo no me respeta. No le importa ir conmigo para andar curioseando otras mujeres — , se quejó una esposa muy molesta por la actitud de su pareja. Habían tenido muchas dificultades por el molesto hábito de él.

Alguien con quien hablé recientemente compartió su molestia:

Mi esposa no me presta atención. Cuando vamos a algún lugar, pasa más tiempo pendiente de su teléfono celular que de mí, que estoy junto a ella. — , dijo.

Desde el mismo momento en el que contraemos matrimonio — aun cuando haya quienes no quieran aceptarlo — , le pertenecemos a nuestro cónyuge. No podemos olvidar que renunciamos a todas las personas del mundo entero, por escoger a alguien especial para que compartiera su vida con nosotros. Nos pertenecemos mutuamente.

Cuando somos infieles a esos votos de fidelidad y permanencia, estamos yendo en contravía de lo que Dios dispone.

El profeta Malaquías escribió una tremenda advertencia: “Y vosotros decís: “¿Por qué? Porque el SEÑOR ha sido testigo entre tú y la mujer de tu juventud, contra la cual has obrado deslealmente, aunque ella es tu compañera y la mujer de tu pacto.…” (Malaquías 2:14-16)

Por su parte el rey Salomón escribió: "Sea bendita tu fuente, y regocíjate con la mujer de tu juventud,...” (Proverbios 5:18, 19)

¿Quiere más pruebas de que nos pertenecemos el uno al otro? En la Biblia abundan los versículos que hablan del tema. Compromete tanto al esposo como a la esposa.

Contraer matrimonio es un asunto serio. No podemos ir por ahí, como si todavía fuéramos solteros. Ahora nos debemos a nuestra pareja.

James Cordova, director del centro de investigación para parejas y familias de la Universidad de Clark en Worcester, Estados Unidos, sugiere que con periodicidad los esposos evalúen cómo anda la relación y apliquen correctivos, en caso de encontrar fallas.
El especialista señala: "No es una terapia sino una fuente de información que les permite a los dos mantenerse por el camino correcto. Esa evaluación mutua es tan importante como el chequeo físico anual o la cita semestral al odontólogo y es valiosa porque se hace en un escenario seguro para compartir inquietudes y hacer propuestas para mejorar la relación.· (Citado en la Revista Semana. 25/11/2015. Edición digital. Colombia)
Si nuestra relación anda mal, generalmente porque Dios no ocupa el primer lugar en nuestra casa como debiera ser porque no le dejamos obrar, es tiempo de identificar las fallas y corregirlas. Si son nuestras actitudes, debemos cambiarlas. Si es nuestro cónyuge el que consideramos ha incurrido en errores, debemos hacérselo notar con prudencia pero con palabras claras, que llamen a la reflexión.

Piense una y otra vez que Dios creó a la familia, se preocupa por ella y es quien nos puede ayudar a cambiar el curso de la historia en la que quizá nos encontramos inmersos. No estamos solos en la tarea de recuperar el hogar. Dios desea ayudarnos, si se lo permitimos.

Hoy es el día de emprender esa nueva vida familia, de comprometernos y de cambiar, tomados de la mano del Señor.

3.2.- Nuestro mayor compromiso: Ser felices al lado de nuestro cónyuge

El asunto es sencillo: No debo sacrificarme por hacer feliz a mi cónyuge, ni él o ella a su vez, deben renunciar a sí mismos por hacernos felices. Es un compromiso que demanda la voluntad de los dos: Contribuir a la felicidad mutua. Procuro su felicidad, y mi pareja, a su turno, hace lo propio por mi felicidad. Es una meta común.

¿Qué ocurre cuando no entendemos y aplicamos este principio? Terminamos por ser infelices, caer en la amargura, sentir que la vida no vale nada y, en el peor de los casos, llegar al divorcio.

Creo que perdí muchos años al lado de mi esposa. — , me dijo un joven profesional que, en su corazón, sentía que jamás podía mantener contenta a su cónyuge.

Una esposa que me escribió desde Santiago, en Chile, evidenciaba su dolor porque pasados muchos años de sacrificio y entrega al hogar, el esposo decidió irse con otra mujer.

Jamás me opuse a nada de lo que me pidió. Me sacrifiqué por hacerlo feliz, y me quedé con nada. — , dijo.

Si usted sólo espera que su pareja le haga feliz, está equivocado. Pregúntese más bien, ¿qué estoy haciendo por la felicidad de mi esposo o de mi esposa? Es un compromiso de los dos, que demanda amor y perdón, renunciar a las ofensas, a los sentimientos dañinos y reconocer que la persona con quien compartimos nuestros días, no es una pesada carga sino una bendición.

El rey Salomón explicó este fundamento familiar cuando escribió: “Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de tu vida fugaz que El te ha dado bajo el sol, todos los días de tu vanidad, porque esta es tu parte en la vida y en el trabajo con que te afanas bajo el sol.” (Eclesiastés 9:9)

Tenga presente que no contrajimos matrimonio para vivir en infelicidad, sino para vivir a plenitud. No estamos solos. Hay una persona a nuestro lado.

Amor, entrega y sacrificio son tres palabras que resumen un principio de vida cuando nos referimos a procurar la felicidad de nuestra pareja. Dar los mejor de nosotros.

El apóstol Pablo lo resumió magistralmente con estas palabras en su carta a los creyentes de Éfeso: "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella,…” (Efesios 5:25,28,29,33)

Viene bien hacer un alto en el camino y reconocer que quizá las cosas no andan bien en la relación familiar, porque hemos fallado. No podemos echarle la culpa a nuestro cónyuge de todo cuanto ocurre. Lo más probable es que en todos los casos, usted y yo tenemos una alta cuota de responsabilidad.

La psicóloga y autora canadiense, Sara Dimerman, considera que revisarnos como pareja es fundamental para mejorar cada día:
“Planear una revisión de desempeño es ideal porque ayuda a sacar a la luz asuntos que la gente esconde por miedo a hablar de ellos. Cuando estamos dispuestos a asumir los errores, los cambios que vienen son positivos. Es un reto que debemos asumir como cónyuges.”, dice. (Citada en la Revista Semana. 25/11/2015. Edición digital. Colombia)
Por supuesto, este ejercicio en algunos casos agrava la situación. ¿Por qué motivo? Porque prevalece el orgullo en los dos. La situación es distinta cuando involucramos a Dios y le permitimos que ocupe un lugar privilegiado en nuestra familia. Él sabe cómo ayudarnos a resolver los conflictos y encontrar salida para los problemas.

No pierda de vista en el horizonte cercano y lejano un principio fundamental: La felicidad mutua es importante. Y no podemos solamente sentarnos a la espera de que nuestro cónyuge haga el mayor esfuerzo. Es una tarea de dos.

3.3.- Debemos tratar a nuestro cónyuge con amor y consideración

El día que María se fue de casa, estaba muy dolorida. Aunque pasó varios minutos en el umbral de la puerta mirando con nostalgia el que por años fuera su hogar, reconoció que no podía seguir como hasta ahora, víctima de los malos tratos de su esposo.

Carlos, por supuesto, justificó sus reacciones violentas y palabras agresivas hacia ella, argumentando que era impulsiva. “Mire por ejemplo: Se fue dejándome solo."

Ese día no pudimos avanzar mucho en el diálogo porque él estaba convencido que su comportamiento era apropiado para zanjar las diferencias o tratar con sus estados de inconformidad.

No obstante cuando la soledad le asaltó, semanas más tarde, volvimos a conversar sobre el asunto. Y aun cuando le costó muchísimo trabajo, finalmente decidió buscar a su esposa para pedirle perdón.

"No puedo negar que me costó mucho tragarme mi orgullo; pero bueno, era lo que debía hacer para restaurar mi relación.", explicó.

El apóstol Pedro asumió la tarea de abordar la necesidad de ser amorosos y respetuosos con nuestro cónyuge. Él escribió: "Y vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva con vuestras mujeres, como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor como a coheredera de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean estorbadas.· (1 Pedro 3:7)

Para ser prácticos y contribuir a la edificación de una familia sólida, es importante tener en cuenta que este principio bíblico aplica a los dos. También otra pauta que nos traza las Escrituras, y que comparto con usted:

"Sea quitada de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia.” (Efesios 4:31)

Lo más apropiado si queremos que todo marche bien en la relación conyugal, es habituarnos a revisarnos periódicamente. Primero a solas, luego en pareja. Compartir con nuestro cónyuge nuestras expectativas y escuchar las suyas.

Es cierto, no somos perfectos, pero podemos cambiar. Modificar esas actitudes hacia nuestra relación matrimonial, mejorando cada día, es posible cuando le permitimos a Dios que gobierne nuestra vida y familia. Sólo de esta manera damos pasos sólidos para que en el hogar haya comprensión, amor y edificación mutua permanente.

No podría despedirme sin antes invitarle para que le abra las puertas de su corazón a Jesucristo. Cuando lo hacemos, emprendemos el proceso de crecimiento personal, espiritual y familiar que tanto hemos anhelado. ¡Decídase hoy por Jesucristo!

4.- Preguntas para la discusión en el Grupo:

a.- ¿Qué aprendemos de Malaquías 2:14-16 respecto a la fidelidad matrimonial?

b.- ¿Cómo nos edifica el texto de Proverbios 5:18, 19, en nuestra relación conyugal?

c.- ¿Hemos identificado un error en la vida familiar que debiéramos corregir?

d.- ¿Qué nos impide aplicar cambios en nuestra forma de pensar y de actuar en la relación familiar?

e.- ¿Qué nos enseña el rey Salomón en cuando a experimentar gozo y felicidad al lado de nuestro cónyuge (Eclesiastés 9:9)?

f.- Si Cristo amó a su esposa, la iglesia, hasta el punto de sacrificarse por ella (Efesios 5:25,28,29,33), ¿cómo aplicar este principio a nuestra vida conyugal?

g.- ¿Cómo aplicar a nuestra vida conyugal el texto de 1 Pedro 3:7?

5.- Oración al terminar el Grupo Familiar:

"Mi amado Dios y Señor, te damos gracias por este día que nos has regalado. reconocemos como familia que cada día que nos regalas es una nueva oportunidad para revisarnos, para identificar en qué estamos fallando, y para corregir nuestro comportamiento con tu divina ayuda. Gracias por ser el Dios de nuestro hogar. Quédate con nosotros siempre. Amén"

Publicado en: Grupos Familiares


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