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¡Nació dos años después que muriera su padre!

¡Nació dos años después que muriera su padre!

“He leído con atención y no niego que me han gustado, la serie de artículos que están publicando sobre bioética. El pueblo evangélico estaba en mora de pronunciarse sobre los desatinos que se cometen en nombre de la ciencia. Los experimentos con embriones humanos desafían la autoridad divina. En televisión vi algo sobre un bebé que nació meses después que muriera su padre. ¿Cómo pudo producirse un hecho así? ¿Está en contra de las pautas divinas? Y si es así, ¿por qué?”

M.E.H. desde Montreal, en Canadá.

Respuesta:

El pueblo evangélico debe ponerse en la brecha y orar por la intervención divina en medio de un mundo secularizado que ha hecho de las investigaciones un ídolo al punto de permitirle manipular la vida humana, y de otra parte, para expresar nuestro franco rechazo a tales aberraciones que solo honran y glorifican al hombre.

Usted se refiere sin duda al nacimiento en Gran Bretaña, de Grace, una bebé que ve la luz dos años y medio después de la muerte de su padre. El hechos ocurrió hace poco más de cinco años, y fue producto de un procedimiento que se conoce como PAR— iniciales en inglés que traducen: Reproducción Asistida Post Morten.

El esperma fue sometido a crioconservación o congelamiento. Con esta semilla se fecundó a la esposa en un proceso “in vitro”.

¿Cómo es posible esta práctica? Científicamente es viable la extracción de los espermatozoides en vida, con el consentimiento anticipado o actual de quien sabe que va a morir y desea conservar su “semilla” para la posteridad.

También es posible tras la muerte del individuo antes que concluyan las primeras 24 horas, siempre y cuando el cuerpo no haya sido sometido aún a intervención alguna para conservar el cadáver.

Gobiernos permisivos

Aunque la mayoría de los gobiernos están conformados por hombres y mujeres que de alguna manera-— esde la perspectiva católica o protestante— creen en Dios, y en caso de ser ateos no son muchos, no es comprensible que asuman una actitud tan permisiva al momento de legislar o de rubricar con sus firmas leyes que avalan algún grado de manipulación de la vida humana.

Un ejemplo específico lo ofrecen las leyes británicas que consienten oficialmente la práctica de la fecundación desde 1990, año en el que se publicó la “Human Fertilisation adn Embriologu Act”, que a su vez acogía y aplicaba la fecundación artificial al amparo de los contenidos de la Convención Europea de los Derechos Humanos realizada en 1950.

En su normatividad la reproducción asistida post morten es admitida siempre y cuando haya una declaración escrita del donante en la que manifieste su voluntad de someterse a la extracción de esperma, su eventual crioconservación o congelamiento, y la inseminación de su cónyuge tiempo después.

En el caso que nos ocupa, de la niña Grace, podrá llevar el apellido de su padre aunque éste haya muerto meses atrás, ya que él dejó documentos avalando tal procedimiento.

Problemas de paternidad

En la Biblia leemos: “He aquí del Señor son los hijos; y recompensa es el fruto del vientre, como flechas en la mano del guerrero, así son los hijos tenidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que de ellos tiene llena su aljaba; no será avergonzado cuando hable con sus enemigos a la puerta” (Salmos 127:3-5).

Las Escrituras son claras al señalar que los hijos son un regalo de Dios pero también, al plantear la importancia de que los hijos tengan unos padres.

¿Qué ocurre cuando nace un bebé mediante la reproducción asistida post morten? Que a la criatura se le niegan tres derechos que le asisten por antonomasia: primero, el derecho al amor, comprensión y ternura de un padre; segundo, al bienestar en generar de su ser, y tercero, a la formación de su identidad.

En el caso de la identidad, el asunto reviste singular importancia. El mecanismo de formación de la misma está estrechamente ligado a la bipolaridad sexual de los progenitores y a la identificación con el progenitor del mismo sexo.

Los cristianos evangélicos no estamos en contra de la ciencia. Lo que no compartimos es la manipulación genética, bajo ningún argumento que esgriman quienes la practican.

No negamos el hecho de que la creación de una nueva persona humana es siempre un bien, sin embargo en tales circunstancias no se puede decir lo mismo. Aquí no media el origen del acto creador divino expresado en el amor conyugal sino una manifestación de orgullo del hombre, que se atribuye el poder de jugar con la vida humana, convirtiendo sus “logros” en trofeos para mostrarle a la comunidad científica mundial.

Publicado en: Consejería Familiar


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